jueves, 27 de octubre de 2011

El precio de la muerte

Hay personas que pagarían por morirse. Hay otras que tienen miedo a morir por no poder pagar la cuenta final. Otros sueñan con una muerte sin lujos, a la medida de su vida.

Y es que cuando no te sobra nada mientras malvives, la muerte se hace aún más cuesta arriba. Ya saben: que si el ataúd, que si la esquela, que si el subsuelo alquilado para reposar en paz cada diez años, que si la corona de flores, que si el tanatorio.

¡Qué agobio; si lo sé me muero sin avisar, y que la herencia se empiece ya a discutir de cuerpo presente!

Aunque bien pensado, para que de nosotros se diga que fuimos en vida grandes personas, la única solución al alcance de la mano es contratar un seguro de decesos, una cobertura para irse con las cuentas saldadas a otra parte.

Es verdad que los seguros son el único producto financiero que se contrata con la esperanza de no tener que usarlo. Pero es que lo de la muerte es un proyecto perpetuamente inminente, y lo que todavía nadie ha inventado es un seguro que garantice la existencia.

Al final, cuando pasa lo que tiene que pasar, el español medio ha pagado durante su vida el entierro de siete muertos. No hace falta ser muy macabro para darse cuenta del negocio que hay detrás de las pompas fúnebres. Quizá por eso España sea el país desarrollado con más tanatorios por habitante. No sé si vivos o muertos. Lo mismo da.

Y por eso los catálogos que nacen de la imaginación para engalanar al muerto ofrecen inventarios de hasta 5.000 artículos diferentes. Que si urnas biodegradables para lanzar las cenizas al mar sin dañar el medio ambiente, que si cristos de resina, que si limusinas para el último viaje, que si diamantes hechos con las cenizas, que si tapizados de seda para vestir los ataúdes, que si maquillajes de estrella de cine para el difunto.

Los muertos no avisan y nunca vuelven, pero el negocio de la muerte no pasa de moda. En España se apuntan 350.000 nuevos muertos todos los años. Y da igual elegir pijama de pino o cenizas a la mar. Si tiene pensado morirse próximamente, prepare 4.000 euros de curso legal. Por menos de eso, quizá le sea más rentable malvivir unos cuantos años más.

No hay comentarios: