sábado, 28 de marzo de 2009

Que cada uno suelte el animal que lleva dentro

Parece, o eso parece, que Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, empieza a cogerle gustillo al papel institucional que le toca, por suerte o por desgracia para él. No está mal eso de mantener en el tiempo una línea de actuación coherente; al menos los del otro lado del río pueden apuntar siempre en la misma dirección, sin leer el contenido y casi sin esfuerzo, y al menos los de este lado del río podemos escribir alguna vez en positivo, para variar y para no cansar al lector, que bastante tiene con lo suyo.

El señor Ferrán acaba de instar al Gobierno central a ‘promover una reforma laboral para conseguir un mercado de trabajo "coherente", en el que se supriman los contratos temporales a cambio de abaratar el despido de 45 a 16 días de indemnización por año trabajado’.

Ya he comentado varias veces que estoy de acuerdo con la medida, y no tarareando un son personal, sino porque pienso decentemente que es una de las grandes reformas que no pueden dilatarse más si queremos que España deje de ser una fábrica de asentar parados de larga duración de una manera tan cruel.

Por otro lado, o desde el otro lado, mejor dicho, vuelve a la arena del circo Cándido Méndez, el anestesista sindical, el padre prodigio, el anticuado pródigo, el visionario que ya lleva ciego al frente de la UGT camino de 20 años, y se presenta ante los medios proponiendo una semana laboral para los españoles de cuatro días, y lo defiende como todo un avance en la conciliación de la vida familiar y laboral……. supongo que para los pocos que queden con vida si se lleva a término esta incalificable majadería.

El problema, a mi juicio, es de mensaje, y precisa soluciones de telemarketing y mercadotecnia. Bien es cierto que no corren buenos tiempos para sesudas reflexiones pero, sin algo de esfuerzo por nuestra parte, es complicado transmitir lo que la verdad esconde. Quizá bastaría con incluir alguna reforma educativa integral en la que se valore de forma positiva la figura del empresario, tan denostada en algunos libros de texto.

No pretendo poner al señor Cándido en caza y captura, pero si alguien en su sano juicio cree que esta propuesta es un avance para la clase trabajadora y no una fechoría contra el derecho de los individuos a progresar, es que aún nos creemos aquella cantinela de los derechos adquiridos de la clase trabajadora, y entonces, el triunfo perverso del candoroso Cándido, si lo logra, será nuestro fracaso.

jueves, 19 de marzo de 2009

Mentecatos

Me refiero al sustantivo, no al adjetivo, y no, no pretendo faltar el respeto a nadie, sólo es un inocente juego de palabras para no aburrirme demasiado y para bautizarles a ellos, a la asociación de trabajadores presuntamente constituida para la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales de sus miembros, y también de sus miembras, en su caso.

Prometo no rayarme demasiado y no volver a nombrarlos en un tiempo prudencial, ni siquiera a renombrarlos, ni a ellos y menos a sus miembros, por lo menos hasta unos minutos después de acabar este post del día del padre.

Pero es que con el salto del tigre de Cándido Méndez ya estamos todos, al menos a los que se esperaba desde hace tiempo; lo malo, para unos, es que el discurso flema con el que ha despertado de su plácido sueño Cándido, el de UGT, no el de los cochinillos, ha sido el de siempre, aunque destaca ese tono desafiante, esa amenaza de salir con el 7º de caballería a la calle, como si el que debiera arreglar todo esto no quisiera y hubiera que rejonearle un poco para que espabilara al ver un poco de sangre derramada.

Comenta Méndez, haciendo deshonor a su nombre, que ‘los recortes salariales que pretende la patronal no van a facilitar el crecimiento y el empleo. Por el contrario pueden generar una contracción económica aún mayor, empeorando una situación que ya es difícil’. Como me produce jaqueca y náuseas, voy a hacer un pis y ahora vuelvo.

Ya estoy aquí; bastante mejor; lógicamente, el de antes no comenta nada sobre el mercado de trabajo, nada sobre cómo potenciar el contrato a tiempo parcial, nada sobre políticas de reeducación y de recolocación de los trabajadores, nada sobre la reducción de las cotizaciones a la seguridad social, nada sobre incentivos a las empresas de aquellos sectores que se pretenda potenciar, nada sobre políticas de reducción de impuestos, nada sobre cómo paliar nuestra endémica falta de competitividad, nada sobre posibles acuerdos en el seno de las empresas para reducir salarios en momentos bajos, a cambio de ciertos acuerdos para conservar los puestos de trabajo. Nada de nada.

A mi tampoco se me ocurre ninguna solución; bueno sí, o mejor dicho, no se me ocurre pero estoy de acuerdo con lo que se le ha ocurrido a Ansón; creo que el movimiento sindical funcionaría de manera más eficiente si se suprimieran todas las subvenciones y las ayudas presupuestarias que van a parar obligatoriamente desde nuestros bolsillos hasta los bolsillos de estos cándidos, pero para no dejarles desamparados, se podría articular un sistema parecido al de la financiación de la iglesia católica (por cierto, el éxito ha sido mayúsculo), y bastaría con poner una casilla en la declaración de la renta para que los simpatizantes de los camaradas dedicaran un porcentaje de sus impuestos a sufragar la dolce vita de UGT, CCOO, USO, …… seguro que se forrarían, ¿verdad?

miércoles, 18 de marzo de 2009

Chinchín, Klaus

Creo que no descubro nada a nadie si afirmo que a la clase política, en general, bien le vendría una buena ración de formación (separado), tanto de carácter técnico como propiamente política, entendida esta última como el arte de gestionar los (escasos) recursos públicos de manera eficiente, que no eficaz, cara a maximizar los servicios al ciudadano.

Me estoy refiriendo a algo tan elemental como es la preparación previa que se exige a todo trabajador para el desempeño de una función, ni más ni menos. También es cierto que ‘a capar se aprende capando’, y no me quiero meter con los defensores a ultranza de la bendita experiencia, pero claro, aprender las funciones propias de un puesto de esta trascendencia sobre la marcha y con la única ayuda de la profesora vida, es un escupitajo al aire que las más de las veces acaba cayendo en lo más profundo del iris del ciudadano.

Quizá les esté dando una idea de negocio a los empresarios del famoso CCC, aunque confesada ya muchas veces mi frustración como animal empresarial, seguro que ningún registro de patentes serio pagaría un euro por este vulgar I+D propuesto.

Sobre la otra, la capacitación técnica de los políticos, surge siempre el debate sobre si éstos deben ser reputados conocedores de la materia a cuya responsabilidad se encomiendan, o si basta con un poco de arte para llevar a cabo su misión. Desechando los extremos químicamente imposibles, uno se decanta por un poco más de conocimiento técnico y un poco menos de artista, aunque quede claro que las discrepancias siempre son sanas.

¿Y a qué viene este rollo? Pues al maravilloso asombro que me ha producido oír (mejor dicho, leer) al presidente de turno de la Unión Europea, el checo Klaus, mentar en el parlamento europeo al afamado economista liberal francés del siglo XIX, Frédéric Bastiat, defendiendo, ante el embotamiento general, supongo, nada menos que el concepto de libertad versus intervencionismo, ironizando sobre aquellos fabricantes de velas, de las de alumbrar, que se quejaban ante el Rey de la competencia desleal de un competidor extranjero, el Sol, solicitando un arancel protector ya que, al iluminar gratuitamente, reducía drásticamente su cifra de ventas, incidiendo gravemente sobre la industria nacional.

Esperanzador discurso de Klaus, aunque mucho me temo que quedará en una simple gimnasia pedagógica que será súbitamente enterrada por los durmientes eurodiputados.

lunes, 16 de marzo de 2009

El pasado ya nunca será lo que era

¿Se acuerdan de aquellos tiempos en los que nuestros padres nos daban la paga y, sin saber cómo, la estirábamos durante toda la semana con ingenio y agudeza? Sí, eran buenos tiempos; en ocasiones nos bastaba una agradable velada donde el nivel de la botella que nos acompañaba iba acercándose lentamente hasta el fondo, y ni siquiera había que saberse el nombre de los ministros de la época, ni siquiera importaba si las organizaciones sindicales pasaban lista a su cabeza antes de proponer alguna medida ‘social’. Hoy todo es diferente; tanto que a veces me da por escribir.

Y hoy es uno de esos días, y me apetece cavilar sobre las sesudas reflexiones de Ignacio Fernández Toxo, secretario general de Comisiones Obreras; para no perdernos nada de sus manifestaciones y no me tilden de manipulador, voy a valerme del doctor Google y de la agencia EFE para transcribírselas literalmente: "El país necesita del entendimiento entre las organizaciones empresariales y los sindicatos, pero no se puede hacer a costa de la calidad de vida de las personas, de la erosión permanente de los salarios y de las condiciones de trabajo", y añadió que "hay otras cuestiones mucho más importantes que podemos hacer juntos".

Bonitas palabras, Toxo, dignas de un aspirante a memo ilustre nacional. Puede que por fin tengamos ante nosotros al hombre que nos va a sacar de la crisis y quizá no haga falta encomendarse al color de la piel del mago Obama, a pesar de la carga simbólica que tiene. O quizá sea sólo su particular homenaje a Pinocho, ahora que se cumplen 70 años de su nacimiento.

El país marcha con paso ligero y firme hacia el 20% de desempleo, y el hombre que ha de velar por el bienestar de los trabajadores habla de erosión permanente de los salarios. Pues bien, cuanto más ambicioso sea el discurso de Toxo, cuantos más trabajadores pretenda proteger y en mayor proporción aspire al incremento de sus salarios, tanto más probable será el perjuicio que nos causará.

Conviene recordarle al dirigente sindical que su única misión en defensa de los trabajadores debería ser la protección de aquéllos cuyos salarios estén efectivamente por debajo de su valor en el mercado en cada momento, y éste no es un momento de incrementos de nada; salarios en aumento obligan a las empresas a elevar los precios de los productos finales, de tal suerte que el incremento pasa a gravitar sobre los consumidores; y ya sabemos cómo funciona la maquinaria económica de los consumidores ante subidas de precios, bien buscando productos sustitutivos más baratos, bien consumiendo los mismos pero en menor cantidad; ¿la consecuencia? Otra empresa con problemas y aquellos trabajadores a los que se pretendía proteger viajando en limusinas hacia el camposanto del INEM.

Mientras continúe vigente el imperio de lo absurdo veremos a mucha gente ir a parar con sus huesos al cementerio de la esperanza. Por favor, que el último en salir cierre la puerta y tire de la cadena.