miércoles, 28 de enero de 2009

PIB, PIB, PIB, PIB,…..

La economía española ha entrado oficialmente en recesión; los economistas han definido que cuando una economía presenta dos trimestres consecutivos caídas de su producto interior bruto, ya podemos presumir de vivir en recesión. Sin más.

¿Y por qué es bueno que suba y malo que baje el coloso PIB? Voy a intentar explicar algunas cosas sobre nuestro protagonista, aunque la tarea es difícil y el fracaso asegurado, ya lo verán. Por cierto, ¿aceptarían en el scatergoris ‘PIB’ como medida de la felicidad?

Lo primero el conceto; el PIB representa el valor de todas las mercancías y servicios producidos por una economía; nuestros funcionarios van anotando el precio de mercado de todas las mercancías que fabricamos y todos los servicios que proporcionamos, hasta conseguir por agregación el producto interior bruto.

Afinando; a la cantidad PIB obtenida habremos de quitarle el efecto de la inflación, pues si crecemos a una tasa del 3% y la inflación fuese también del 3%, en realidad no hemos producido más, sino lo mismo a un precio mayor.

Un análisis medianamente serio nos llevaría a considerar como dato fundamental el PIB per cápita, que es el PIB dividido por la población. Es importante en este cociente el ritmo de crecimiento del PIB, y el de la población; claro, India puede crecer a tasas del 10%, pero si su población lo hace a tasas aún mayores, en realidad el PIB per cápita descenderá.

La lista de críticas al PIB es enorme, en cuanto a su valía como medida del progreso de un país. Por citar alguna, no tiene en cuenta ninguna actividad económica por la que no se pague, como el trabajo del ama de casa. Si usted hace la comida, cuida a sus hijos y recoge la casa, nada de esto cuenta para la cifra oficial del país. Sin embargo, si compra comida preparada, lleva los niños a la guardería y contrata a una mujer de la limpieza, todo esto sí cuenta. Otra; el PIB per cápita no tiene en cuanta la distribución de los ingresos, es una media simple que puede enmascarar enormes desequilibrios entre ricos y pobres.

Hasta que inventemos otra cosa, estaremos más o menos de acuerdo que el PIB es una medida aceptable de nuestro bienestar, por la sencilla razón de que lo que podemos consumir estará limitado por lo que podamos producir. Si alguien no está de acuerdo, le aconsejo que desconecte definitivamente de este tedioso artículo y escuche el último disco de ‘Un mar al sur’. Eso sí es bienestar.

Para reincidentes; si el PIB se vuelve negativo, irremediablemente habrá pérdidas de empleo, cierres de negocios, desaparición de capacidad productiva. ¿y por qué vamos a producir un 2% menos, pudiendo producir un 2% más? ¿tan tontos somos? Las recesiones se producen, muy a nuestro pesar, por algún diabólico choque de la economía, como el hundimiento de la bolsa, del mercado inmobiliario, la subida de materias primas de las cuales dependa mucho la economía, etc; La política económica de un gobierno influye, y mucho, en la forma de entrar, vivir y salir de una recesión.

Por ejemplo, el reciente plan aprobado por el Gobierno español consistente promover unos 31.000 proyectos de inversión en obra pública por valor de 8.000 millones de euros, es una medida carente de imaginación, es un ladrillazo cutre que repite errores del pasado, que no resuelve ningún problema estructural, todo lo contrario, es un parche roto de antemano, y sobre todo, no va a la raíz del problema. ¿consecuencias? Más gasto público improductivo, y más recesión.

Y el año que viene a jugar la UEFA, que la Champion League de la economía es para los que hacen bien sus deberes.

martes, 27 de enero de 2009

Presidente, ¿qué hay de lo mío?

Ayer tuvo lugar en televisión española, el agujero de todos, una nueva edición del programa ‘Tengo una pregunta para usted’, esta vez con la presencia del Presidente del Gobierno.

El formato del programa es el que es, y no da para mucho; la selección de los cien ciudadanos, reclutados de una muestra 4.000 españoles mayores de edad, se viene criticando sistemáticamente por su bajo perfil cultural e intelectual, aunque desgraciadamente creo que éste no es el problema, sino la realidad nacional en cal viva.

Zapatero brota en los medios de comunicación de una manera calculada y bien teledirigida, al compás que le dictan las encuestas; si hay algo que no puede reprocharse a la maquinaria socialista es su extraordinario equipo de marketing y teletienda. Su aparición de ayer es una partida ganada de antemano; al ciudadano no le importan las respuestas del Presidente, ni al Presidente las preguntas; al ciudadano le basta con no tartamudear ante seis millones de españoles, ni tropezarse con el maldito escalón que Lorenzo Milá les coloca maliciosamente. Coser y cantar para Zapatero.

Lo más destacable de la palabrería de ayer es que, por fin, el Presidente reconoció que cuando él habla de objetivos, en su bondadosa jerga no se refiere a promesas. Así de simple, y así de fácil de asumir. Si su vociferado objetivo preelectoral era el pleno empleo, suponiendo que supiera a lo que se refería, en realidad no era una promesa a los ciudadanos, sino un órdago a sí mismo. Lástima, se equivocó en 3 millones de parados. Más triste es robar, ¿no?

Además, esta crisis no es culpa suya, sino de Estados Unidos, por lo tanto, bastante hace con venir a dar la cara. ¿Que países como Holanda, Dinamarca o Austria continúan con tasas de paro por debajo del 5%? Mejor para ellos. ¿Que 9 de cada diez nuevos parados europeos salen de las huestes españolas? Peor para nosotros. ¿Que ya hay 827.000 familias españolas en las que ninguno de sus miembros trabaja? Tranquilos, saldremos de ésta.

Lo más emotivo del programa, a mi juicio, es el momento en que el turno de pregunta llega al joven ciudadano socialista que, con una sonrisa afectuosa en su boca, pregunta a su Presidente que cuándo le va a proporcionar un empleo, digno, por supuesto, que está en el paro y que tiene que pagar una hipoteca y sacar a dos hijos adelante. Su Presidente le pide calma, y que consuma lo que pueda mientras tanto, cañí a ser posible, y confianza, mucha confianza.

La respuesta es enternecedora, pero conocida. La pregunta es hiriente, y demuestra que estamos donde estamos por merecimientos propios, porque nuestra cultura no es emprendedora, ni animosa; nos cuesta adaptarnos a los vaivenes de la economía, queremos que nos den la sopa boba, aunque sea un bobo quien la reparte, queremos nacer, estudiar, trabajar y morir en nuestra ciudad de siempre, jubilarnos como trabajadores por cuenta ajena en nuestra empresa de toda la vida, y queremos, sobre todo, que alguien nos saque las castañas del fuego. Y eso, además de no poder ser, es imposible.

miércoles, 21 de enero de 2009

Es el comercio, estúpido

Hoy se ha presentado el ministro Sebastián ante la prensa con su altanería habitual; sin rubor alguno y autoinvestido ministro de economía, ha declarado que el consumo caerá este año un 1,2%, lo que supondrá la pérdida de 120.000 empleos. ¿Su solución? ‘basta con que cada español se gaste 150 euros en producto español en lugar de productos importados para que se palie la tendencia’. Para colmo intelectual afirmó que no se trata de una medida "proteccionista", porque no supone poner trabas a la importación. Gracioso, el hombre de las bombillas.

¿De verdad este hombre ha estudiado donde dice que ha estudiado? ¿De verdad cree que somos tan estúpidos? Voy a intentar explicarme sin caer en un tono irreverente.

Las personas hacen negocios las unas con las otras porque ambas se benefician al hacerlo. Comerciamos con otros porque nos deja tiempo libre ó recursos económicos para hacer otras cosas. No es muy difícil de entender; cuando usted contrata una nanny para que cuide de su bebé, no lo hace porque lo vaya a hacer mejor que usted (seguro que hay momentos que así es, pero no entremos en ese debate), sino porque le permite trabajar durante el día en el trabajo que usted hace bien, y éste considera es el mejor arreglo para su familia.

En circunstancias normales, cuando usted compra un determinado artículo, lo hace pensando indirectamente en el excedente relativo que obtendrá al adquirir aquél producto que mejor relación calidad precio le traslade. Con este menor coste de los bienes resultante de su decisión, se vuelve usted más rico, o menos pobre, y le permite seguir tomando otras decisiones de consumo o de ahorro que revertirán de nuevo en el ciclo económico.

Los oscuros beneficios del proteccionismo a corto plazo son evidentes, y fácilmente explicables como suma de los puestos de trabajo que se salvarán con la incitación ministerial a una mala decisión comercial. Los costes son más sutiles, de largo plazo y complicados de explicar, y esto no es políticamente rentable; es muy difícil contar los puestos de trabajo que jamás se crearán al teledirigir las decisiones del consumidor, ni tampoco sumar los ingresos extras que jamás se retendrán.

Es cierto que el comercio internacional, igual que la tecnología, puede destruir puestos de trabajo, especialmente los poco especializados. Les recuerdo que la especialización es lo que nos hace productivos, y la productividad lo que nos hace ricos. Los mercados globales crean un orden nuevo, más eficaz, destruyendo el viejo orden; nadie dice que esto sea agradable, especialmente para las personas incluidas en el viejo orden; la globalización lo trastoca todo en todas partes. ¡Quietos antiglobales, no se subleven!, antes de maldecirme recuerden que se corta el comercio internacional a un país como un castigo, no como un premio, y el resultado es el bienaventurado modelo cubano.

Los proteccionistas encubiertos como Sebastián, deberían conocer que las industrias protegidas durante décadas del comercio internacional han adoptado malos hábitos derivados de no tener que competir, y han acabado siendo aplastadas por la competencia eficaz de fuera, que no se detiene ante nada ni ante nadie.

Por cierto, tenga por seguro que a quien usted trata de beneficiar adquiriendo los kiwis de Pontevedra antes que los de Italia, no hará lo mismo que usted a la hora de tomar su decisión de consumo.

sábado, 17 de enero de 2009

Pedro Solbes sale del armario

No sé si se habrán parado a analizar las palabras del ministro Solbes en su comparecencia de ayer en rueda de prensa junto a la ministra de la vogue. Magistrales ambos, cada uno en lo suyo, aunque yo me voy a centrar en la parcela estrictamente económica, si es que puedo.

Los datos que difundió Solbes como previsiones económicas del Gobierno para 2009 son demoledores, lo peores de la historia de España, y se queda corto. Son incluso algo peores que los que vienen adelantando todos los analistas internacionales hace ya casi un año.

El problema es que Solbes los transmite como si trabajara para un servicio de estudios de un gran banco, como si la historia no fuera con él. Pero es que como sesudo analista ya no es creíble, y sus monólogos de la tragedia son toda una invitación a no tenerlo en consideración.

Sinceramente creo que necesitamos la ayuda de profesionales de la siquiatría para entender al ministro, porque de otra forma, yo particularmente, ando desorientado. Lo mismo Solbes quiso rendir homenaje al bicentenario del nacimiento de Poe, el inventor del relato de detectives, maestro del misterio y el terror, el hombre que no sonreía. No nos pongamos tan cultos, ministro, bastaba con decir que sólo seis personas sufrirán la crisis en 2009. ¿Quienes? Muy sencillo, ‘Yo, tú, él, nosotros vosotros y ellos’. Ahora todos le entendemos.

Lo mejor de todo es que la rueda de prensa de ayer coincidió con el despendole de Soraya Sainz de Santamaría en portada del diario El Mundo. Esto resuelve el debate entre liberalismo y socialdemocracia de un plumazo, queda obsoleto, ya a nadie le importa. Los mensajes en épocas de crisis son emocionalmente complicados, pero la número tres del PP ha conseguido levantarnos el ánimo a costa de cavarse un profundo hoyo de ingenuidad. A ver si Zapatero y Rajoy se animan a mostrar sus bíceps antes de que se esfume la crisis.

Después de esto me da vergüenza hablar del 5,8% de déficit público que se prevé alcanzaremos en 2009, me da vergüenza comentar que se nos ha agotado el margen de maniobra, que no podemos gastar más en infraestructura sin minorar otros gastos corrientes de todas las administraciones, que se ha de congelar el sueldo a los funcionarios, como lo están haciendo las empresas privadas; me da vergüenza opinar cuando ya hay 600.000 familias españolas en las que no trabaja ninguno de sus miembros y el telediario abre con la dimisión de Calderón como presidente del Real Madrid atropellado por un tal Nanín; me da vergüenza mezclar reflexiones con políticos incompetentes, o con políticos incompetentes y mentirosos, o con políticos competentes y mentirosos, o simplemente con políticos.