sábado, 2 de julio de 2011

Uno contra uno

Curioso lo de la final de Wimbledon de 2011, la cita que convoca mañana a los dos mejores tenistas del año, el español Nadal y el serbio Djokovic.

Digo que es curioso, no porque la disputen las dos mejores raquetas del momento, sino porque se medirán en la pista central de la hierba londinense el saliente número uno del tenis mundial, Nadal, frente al entrante número uno, Djokovic. Me explico por si usted no está al tanto del fútbol de raquetas.

Rafa Nadal, vamos Rafa, es el actual número uno del ranking de la ATP, la asociación de tenistas profesionales. Y Novak Djokovic es el actual número dos de la ATP.

A priori, aunque sepa mucho más de letras que de números, al llegar ambos tenistas a la final del mítico torneo de Wimbledon, si ganara el que hasta ese momento es el número uno, Nadal, la lógica diría que ha de seguir siendo el número uno. Pues no. Parece que la suerte ya está echada, pero al revés.

Según leo, pase lo que pase en la final, Nadal se convertirá automáticamente en el número dos del mundo, y Djokovic en el número uno. Es algo así como una permuta preestablecida, como una especie de propiedad recíproca, como un viceversa apalabrado. En este aspecto, se podría decir que es la final más premeditada de la historia.

La explicación la puede usted buscar en la forma que utiliza la ATP para acumular los puntos en los torneos, la que sirve para determinar quién es quién en el mundo del tenis. Viene a ser un método tan intuitivo como la lidiada ley D’Hont.

A grandes rasgos, la máquina sólo suma puntos para el ranking si el tenista mejora los resultados obtenidos el año anterior. En consecuencia, si un año ganas mucho, el siguiente puedes sumar poco. Esto es lo que le pasa a Nadal.

Tampoco me interesa demasiado el cómo se acumulan los puntos, ni las restas y sumas ponderadas que se utilicen, fundamentalmente porque el sistema es el mismo todos los años, e igual para todos los tenistas. Además, con este mismo recuento, Nadal llevaba 102 semanas en lo más alto del podio mundial.

Yo sólo espero que Nadal gane su tercer Wimbledon, y lo quiero porque sus múltiples virtudes no son traducibles, y porque es un deportista que en vez de humanizar su mito, mitifica al hombre. Hay quien dice que Nadal, buscando a quién imitar, se encontró sólo consigo mismo.

Y respecto a la camiseta con el número uno del tenis, creo que no podemos rebelarnos contra nadie, porque no tenemos enfrente a ningún enemigo. Además, incluso Djokovic sabe perfectamente lo que la verdad esconde.

1 comentario:

Peter Mihm dijo...

Al final ganó Nole. Un número 1 que el año que viene verá lo difícil que es mantenerse ahí arriba. Como dijo algún montañero: "El hombre puede alcanzar las más altas cumbres, pero puede permanecer poco tiempo en ellas".