sábado, 19 de febrero de 2011

Manuel Pizarro

Esta semana le escuché en una entrevista por la radio; mientras llegaba al trabajo. Hacía tiempo que no se sabía de él. Un año, más o menos, el tiempo que lleva fuera de la política.

Sinceramente yo nunca entendí su paso por la política. Y no lo digo por falta de valía personal y profesional, fuera de toda duda, ni siquiera por aquel memorable cara a cara con el Ministro Solbes que tanto le perjudicó, sino porque la hoja de servicios de este Abogado del Estado en el mundo empresarial no me cuadra con la arena política, en la que la guerra de ‘los dos bandos’ impide la mayoría de las veces que el esfuerzo, la coherencia y el sacrificio se traduzcan en reconocimiento popular.

Por eso, harto de vulgaridad y de las bancadas anónimas del Parlamento español, Pizarro regresó en enero de 2010 al sitio de donde nunca debió salir. Al mundo empresarial. A presidir un prestigioso despacho de abogados.

Y eso que él mismo explica su corta experiencia en la política de manera distinta a la de un fracaso anunciado. Porque dice saber dónde se metía, a un oficio ingrato pero conocido, el mismo que se relata en ‘Las vidas de los doce césares’, una obra de casi 2.000 años.

Y Pizarro se va dando un tirón de orejas a aquéllos que detestan la política por considerarla algo distinto a la sociedad civil. Y yo estoy de acuerdo con él. Porque la gente que representa a los españoles no es distinta a la gente a la que representa. Con sus miserias y con sus virtudes. Si fuera así, todo sería demasiado fácil.

Pero volvamos a la entrevista y al campo económico, en particular al recibo de la luz. Porque esta semana el Presidente del Gobierno decidió alargar la vida útil de determinadas centrales nucleares españolas, lo cual suena a cambio de rumbo, pero esta vez en la línea adecuada. Porque si el Consejo de Seguridad Nuclear considera que no hay riesgo alguno, lo lógico es cambiar de opinión, ya que no se tiene criterio.

Pizarro explicó el encarecimiento del recibo de la luz de los últimos dos años a las mil maravillas, y lo hizo en pesetas, para darle un tono histórico a la cuestión.

Y es que hemos cambiado energía barata, con un coste de 4-5 pesetas el Kilovatio/hora, como en el caso del carbón y la energía nuclear, por energía de 10 pesetas el Kw/hora, como el fuel y el gas, o 15 pesetas el Kw/hora, para el caso de la energía eólica, y de hasta 250 pesetas el Kw-hora, para la energía fotovoltaica. Y cambiar barato por caro nos lleva al sitio en el que estamos y en el que no queremos estar.

El problema es que la vuelta a la energía nuclear ha de ser asumida por todos. Porque una central nuclear se tarda unos 15 años en levantar, y si el debate público no concluye en una mayoría pacífica, el siguiente turno de gobierno parará y expropiará las obras de construcción, y entonces se resucitarán viejos fantasmas del pasado, como los de Lemóniz y Valdecaballeros, cuyo coste de construcción seguimos pagando hoy en el recibo de la luz, a pesar de que estas centrales nucleares nunca llegaron a inaugurarse.

Escuchar a profesionales como Manuel Pizarro es un ejercicio sano e higiénico, una vuelta a la ligazón y a la consistencia, a llamar a las cosas por su nombre de pila. Es cierto que su discurso tiene un punto de radicalidad, pero es que el ejercicio de la coherencia acaba alterando a las personas, porque molesta sobremanera cuando las cosas se desvían de lo que deberían ser.

1 comentario:

andrés. dijo...

Yo también le escuché y me gustó lo clarito que habla, hasta yo le entendí.
Lo de la política, yo creo que se equivocó. Iba para ministro y el Poder debe tener algo muy especial que tira más que calabrote de barco, pero se quedaron en la oposición.........
(que tal la pata?????).
Saluditos.