martes, 4 de enero de 2011

El dichoso recibo de la luz

Empezar el año titulando que durante los años de gobierno de Zapatero el recibo de la luz ha subido más de un 50% es sólo un dato.

Utilizar la tarifa eléctrica como pretexto para la contienda partidista es propio de la cancha política, a la que poco puedo aportar. Además, si cogemos la tarifa por el rabo del café del Ministro de Industria, seguramente no avanzaremos en dirección alguna.

A mí me interesa más el trasfondo económico de la situación y el modelo energético verde nacional. Manías que tiene uno.

Pero para empezar hago un reclamo a quienes nos llamamos a nosotros mismos ‘liberales’, porque no me cabe duda que detrás de la máscara de la libertad se esconde frecuentemente la dejadez, el deseo de no implicarse y de no molestarse en conocer la raíz del problema.

Y el problema real no es el 9,8% de subida del recibo acordado para el año 2011, ni tampoco lo es el gemido de las masas, de las atormentadas clases trabajadoras, de los subvencionados, de los hipotecados contra su voluntad, de los hijastros de la democracia. Esas son las consecuencias. Y éstas tampoco me cuadran en este blog.

La causa del problema es simple, pero difícil de hacérsela entender al que no quiere. Tan sencillo como que lo que nos vienen cobrando en el recibo de la luz desde el año 2000, desde el gobierno del señor Aznar, no refleja el coste real de la energía.

Es algo parecido a comprar los regalos de los Reyes Magos de sus hijos, y dejárselos para que los paguen ellos mismos cuando sean mayores.

Y la diferencia no pagada se la debemos, todos, a las empresas energéticas. Y no nos la perdonan, porque una empresa es una entidad con ánimo de lucro, no un escaparate social.

Y hemos vivido estos años, otra vez, por encima de nuestras posibilidades. En medio de un espejismo del sistema. Como menores de edad. Y tan felices. Tan liberales. Tan demócratas.

Pero según qué fiestas se está acabando. Ahora hay que afrontar una deuda de 20.000 millones de euros. Una hipoteca eléctrica endosada de padres a hijos. Una desfachatez con apellido de medalla política.

El tema lo explica el profesor Barea cuando revela que tratándose de un bien privado, como es la electricidad, no es admisible, desde el punto de vista de la equidad, que el coste de su consumo se traslade a otra persona que no la ha consumido; es un principio general: el que consume paga su coste.

Por tanto, se daría una falta de equidad intergeneracional, ya que los nuevos consumidores pagarían una luz más cara que su coste, para compensar la rebaja que ellos no disfrutaron.

Y de ahí la subida del 50% desde 2005, que sólo trata de poner un parche para intentar enmendar el problema. Y quizá nos venga bien. Quizá estamos a tiempo de empezar a valorar las consecuencias de darle al interruptor de la luz. Aún estamos a tiempo de entender que el dinero público es una consecuencia del privado.

Y, como trasfondo para reflexionar, el modelo energético que queremos: El de los prejuicios nucleares, el del fervor por las energías limpias renovables, el del las subvenciones verdes, el de los molinos quijotescos de viento, el de pedir peras sin haber visto un olmo en la vida.

Un modelo intrínsecamente caro. Pero a salvo de demonios nucleares. Porque es lo que queremos. Y en esas estamos. Con un espinoso más 9,8% en el recibo. Y es sólo un pasito. Porque en 2011 el déficit de la tarifa eléctrica engordará otros 5.000 millones, que habrá que pagar.

Soy de los que piensan que se debería informar al consumidor claramente de lo que se nos viene encima, con un calendario conocido y no espasmódico de próximas subidas y, de paso, pensar si preferimos seguir bombeando subvenciones verdes aunque sólo escondan ineficiencias y futuros encarecimientos del recibo.

Pero como es año nuevo, y como premio por haber llegado a leer hasta el final sin maldecirme, quiero mandar un mensaje de esperanza, porque no hay nada más envidiable en un ser humano, más si se autoproclama liberal, que el poder vivir como vivía hasta ahora, pero además pudiéndoselo permitir.

2 comentarios:

Peter Mihm dijo...

Está claro que alguien tendrá que pagar esa deuda histórica. ¿Quién? Nosotros, claro. ¿O es que hay alguien con más cara de panoli? Tengo la sensación -victimista- de que somos los pringaos que apencamos con los marrones que deja todo titirimundi.

Bueno, imagino que volverán a dejarme el sueldo tal cual un año más (y dando gracias, claro), pero entre IVAs y paridas varias seré un poco más pobre, mientras el innombrable cada vez tiene más cara de gilipollas y de saber menos de qué va la vaina. Con perdón, claro. Y sin ánimo de ofender a políticos-políticas, gays o gayas, lesbianas o lesbianos, musulmanes o musulmanas, peperos o peperas, etc, etc...

Andrés dijo...

Ya no se si me hablas de luz o de pensiones, porque es lo mismo no?? que unos pagan para el consumo de otros o por lo consumido por otros. También habría que hablar de las subvenciones: al carbón para producir energía, a las Eléctricas para que la produzcan y nosotros después en el recibo.De todas formas y para tu información, te comunico que yo he conseguido un contrato por un año que se comprometen a no subirlo y con un descuento de un 3% del fijo, más un seguro de hogar y el compromiso de lectura y facturación mensual, eso sí no me garantizan que vaya a entender el recibo. No te da un poco de envidia?? aunque sea un poquitín?