Me refiero al sustantivo, no al adjetivo, y no, no pretendo faltar el respeto a nadie, sólo es un inocente juego de palabras para no aburrirme demasiado y para bautizarles a ellos, a la asociación de trabajadores presuntamente constituida para la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales de sus miembros, y también de sus miembras, en su caso.
Prometo no rayarme demasiado y no volver a nombrarlos en un tiempo prudencial, ni siquiera a renombrarlos, ni a ellos y menos a sus miembros, por lo menos hasta unos minutos después de acabar este post del día del padre.
Pero es que con el salto del tigre de Cándido Méndez ya estamos todos, al menos a los que se esperaba desde hace tiempo; lo malo, para unos, es que el discurso flema con el que ha despertado de su plácido sueño Cándido, el de UGT, no el de los cochinillos, ha sido el de siempre, aunque destaca ese tono desafiante, esa amenaza de salir con el 7º de caballería a la calle, como si el que debiera arreglar todo esto no quisiera y hubiera que rejonearle un poco para que espabilara al ver un poco de sangre derramada.
Comenta Méndez, haciendo deshonor a su nombre, que ‘los recortes salariales que pretende la patronal no van a facilitar el crecimiento y el empleo. Por el contrario pueden generar una contracción económica aún mayor, empeorando una situación que ya es difícil’. Como me produce jaqueca y náuseas, voy a hacer un pis y ahora vuelvo.
Ya estoy aquí; bastante mejor; lógicamente, el de antes no comenta nada sobre el mercado de trabajo, nada sobre cómo potenciar el contrato a tiempo parcial, nada sobre políticas de reeducación y de recolocación de los trabajadores, nada sobre la reducción de las cotizaciones a la seguridad social, nada sobre incentivos a las empresas de aquellos sectores que se pretenda potenciar, nada sobre políticas de reducción de impuestos, nada sobre cómo paliar nuestra endémica falta de competitividad, nada sobre posibles acuerdos en el seno de las empresas para reducir salarios en momentos bajos, a cambio de ciertos acuerdos para conservar los puestos de trabajo. Nada de nada.
A mi tampoco se me ocurre ninguna solución; bueno sí, o mejor dicho, no se me ocurre pero estoy de acuerdo con lo que se le ha ocurrido a Ansón; creo que el movimiento sindical funcionaría de manera más eficiente si se suprimieran todas las subvenciones y las ayudas presupuestarias que van a parar obligatoriamente desde nuestros bolsillos hasta los bolsillos de estos cándidos, pero para no dejarles desamparados, se podría articular un sistema parecido al de la financiación de la iglesia católica (por cierto, el éxito ha sido mayúsculo), y bastaría con poner una casilla en la declaración de la renta para que los simpatizantes de los camaradas dedicaran un porcentaje de sus impuestos a sufragar la dolce vita de UGT, CCOO, USO, …… seguro que se forrarían, ¿verdad?
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