¿Se acuerdan de aquellos tiempos en los que nuestros padres nos daban la paga y, sin saber cómo, la estirábamos durante toda la semana con ingenio y agudeza? Sí, eran buenos tiempos; en ocasiones nos bastaba una agradable velada donde el nivel de la botella que nos acompañaba iba acercándose lentamente hasta el fondo, y ni siquiera había que saberse el nombre de los ministros de la época, ni siquiera importaba si las organizaciones sindicales pasaban lista a su cabeza antes de proponer alguna medida ‘social’. Hoy todo es diferente; tanto que a veces me da por escribir.
Y hoy es uno de esos días, y me apetece cavilar sobre las sesudas reflexiones de Ignacio Fernández Toxo, secretario general de Comisiones Obreras; para no perdernos nada de sus manifestaciones y no me tilden de manipulador, voy a valerme del doctor Google y de la agencia EFE para transcribírselas literalmente: "El país necesita del entendimiento entre las organizaciones empresariales y los sindicatos, pero no se puede hacer a costa de la calidad de vida de las personas, de la erosión permanente de los salarios y de las condiciones de trabajo", y añadió que "hay otras cuestiones mucho más importantes que podemos hacer juntos".
Bonitas palabras, Toxo, dignas de un aspirante a memo ilustre nacional. Puede que por fin tengamos ante nosotros al hombre que nos va a sacar de la crisis y quizá no haga falta encomendarse al color de la piel del mago Obama, a pesar de la carga simbólica que tiene. O quizá sea sólo su particular homenaje a Pinocho, ahora que se cumplen 70 años de su nacimiento.
El país marcha con paso ligero y firme hacia el 20% de desempleo, y el hombre que ha de velar por el bienestar de los trabajadores habla de erosión permanente de los salarios. Pues bien, cuanto más ambicioso sea el discurso de Toxo, cuantos más trabajadores pretenda proteger y en mayor proporción aspire al incremento de sus salarios, tanto más probable será el perjuicio que nos causará.
Conviene recordarle al dirigente sindical que su única misión en defensa de los trabajadores debería ser la protección de aquéllos cuyos salarios estén efectivamente por debajo de su valor en el mercado en cada momento, y éste no es un momento de incrementos de nada; salarios en aumento obligan a las empresas a elevar los precios de los productos finales, de tal suerte que el incremento pasa a gravitar sobre los consumidores; y ya sabemos cómo funciona la maquinaria económica de los consumidores ante subidas de precios, bien buscando productos sustitutivos más baratos, bien consumiendo los mismos pero en menor cantidad; ¿la consecuencia? Otra empresa con problemas y aquellos trabajadores a los que se pretendía proteger viajando en limusinas hacia el camposanto del INEM.
Mientras continúe vigente el imperio de lo absurdo veremos a mucha gente ir a parar con sus huesos al cementerio de la esperanza. Por favor, que el último en salir cierre la puerta y tire de la cadena.
2 comentarios:
El Imperio del Absurdo, creo que ese debería ser el titular. Yo creía que los sindicatos eran los que hablaban de repartir la riqueza y no de extender la pobreza...
Todos los días me acuerdo de cosas que me decía mi añorado padre. "Este país se argentiniza..." "Yo, en tu caso, me iba a vivir a otro país...". Cómo echo de menos sus frases y su saber.
Y el sueldo de Toxo también va a subir?
Y su productividaz?
Y la de todos esos zientos de miles de liberados que trabajan para los obreros?
Ufff qué tropa de sanguijuelas
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