Ponga usted la hache del desahucio donde quiera, incluso no la ponga si con eso siente un vientecillo de libertad, pero tenga cuidado porque si le da por ubicarla en el sitio supuestamente correcto, seguramente se dará cuenta de que nos están quitando toda esperanza de conseguir lo que se desea, y será como admitir que el enfermo no tiene posibilidad de curación.
Hoy mi sonrojo viene por el mal arreglo de una de las medidas pergeñadas por Zapatero para atajar la situación económica que atravesamos; me refiero a la de los 2.000 euros del ala para la compra de un coche. ¿Qué si estoy en contra? Pues a ratos.
La intención es buena, y no voy a valorar si 2.000 euros son muchos, pocos, suficientes, bastantes o bastantes pocos, que para eso los adverbios de cantidad son muy socorridos y cada uno los utiliza como le viene en gana.
Tampoco le pienso quitar a zetapé las ganas de intervenir en ayuda de un sector clave de nuestra economía, que para eso es un tío social como Dios manda, y para quejarse ya están los de los otros sectores no tan estratégicos. Total, si yo vuelvo a decir que a mi no me gusta que con mi dinero otro se lleve un passat más barato, me van a volver a llamar de todo; para eso aplaudo como el que más la medida y santas pascuas.
Ahora me pregunto a mi mismo si se merece ayuda pública el sector del automóvil en España; podría contestar que socialmente sí, pues algunos de mis grandes amigos trabajan en él, y muy duro por cierto; pero para eso no haría falta escribir nada, con tomarnos unas copas a la luz de una barra de un bar bastaría.
Cuando digo si merece ayuda, no me refiero a otra cosa que si es legítimo planteárselo cuando otros muchos sectores están sufriendo dificultades similares y no reciben maná público. También es cierto que el maná es limitado, aunque no se lo crean, y aparte de mis amistades algo más sí se puede decir.
Ahí van unas pocas razones a favor; la industria del auto está arrastrando a un gran número sectores industriales en su caída –aceros, cristales, plásticos, equipos de música, mecánicos, concesionarios, financieras, seguros, petroleras,…….etc.
Y ahí van unas pocas salvedades; cuidado con las ayudas directas a las empresas, porque podemos estar enmascarando problemas de eficiencia y competitividad, y ya sabemos cómo se resuelven a la larga estas cuestiones, con reconversiones brutales, y en última instancia con quiebras (Saab y Opel andan seriamente amenazadas).
Pero disculpen, yo quería hablar de los 2.000, a ver si me he enterado bien; la nueva idea la van a costear a escote entre el Gobierno Central, 500 euros, las Comunidades Autonómicas, otros 500, y los fabricantes, otros 1.000. ¡Qué grande, Zapatero, todos a una!
Pero siempre hay aguafiestas, y para empezar las Comunidades han dicho que tururú, o que según, cómo y cuándo, que para eso viven en sus taifas. Vale, sólo es un pequeño descuido.
Pero, ¿y los 1.000 de los fabricantes? Me lo expliquen: ¿es que no había comenzado la guerra de descuentos ya hace meses? ¿es que había balas en la recámara sin usar por el sector? ¿es que podían haber bajado más los precios y no lo han hecho hasta ahora? ¿es que sólo los bajarán si se les da dinero público por otro lado?
Ojalá la medida surta efecto a pesar de lo improvisada y lo antieconómica que es; ojalá, porque al final, de forma directa o indirecta, en España unos 700.000 puestos de trabajo dependen del ello.
2 comentarios:
Buen analisis "Salvatore".
Pues nada, a seguir sumando medidas parciales y a evitar coger el toro por los cuernos.
Y yo que llevo toda la vida sin coche y casi 21 años con la misma moto... Será que soy un antipatriota.
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