Del concepto de préstamo hipotecario supongo que estemos todos al cabo de la calle, unos más que otros, claro. Pongamos en común nuestras dudas y hagamos dos exámenes de selectividad, uno sólo para aprobar y el otro para intentar subir nota.
Caso 1. Quiero una casa en un nuevo PAU de Madrid y no tengo dinero; entonces unos señores muy buenos que trabajan en un banco me lo prestan a cambio del compromiso de devolverlo, con sus intereses, en cómodas mensualidades durante los próximos 30 años. Aprobado.
Supongamos ahora que me presento a subir nota de ‘sistema financiero’.
Caso 2. Quiero la misma casa que antes, pero voy a poner en práctica la gimnasia financiera que estudié en segundo de CCC.
Caso 2. Quiero la misma casa que antes, pero voy a poner en práctica la gimnasia financiera que estudié en segundo de CCC.
Para ello voy a ver a los mismos señores buenos del mismo banco que antes, que me prestan el mismo dinero necesario para adquirir la misma casa pero, en lugar de solicitar el importe en euros, el banco me entrega su equivalente en yenes, la moneda de curso legal en Japón.
Yo, a cambio, me comprometo a devolver otros tantos yenes durante los mismos 30 años siguientes, más sus intereses.
Como, lógicamente, el vendedor de la casa quiere que le pague en euros (allá él), yo tendré que cambiar los yenes recibidos del banco por euros de curso legal, para así entregárselos al vendedor y satisfacer la compraventa.
Tras este último paso habré adquirido finalmente mi casa introduciendo una fórmula novedosa; en las escuelas de negocios lo llaman ‘préstamo multidivisa’.
Recapitulemos entonces. Mi casa está en Madrid, mi trabajo también, y la oficina del banco prestamista la veo desde la ventana del salón de la casa. Entonces, ¿por qué pido el préstamo en yenes?
Pues porque, además de ser una las muchas maneras que hay para asomarse a los escotes del mundo, sé o eso me dicen, que el tipo de interés del yen es inferior al del euro. Lo cual es cierto.
Así confío que el montante de intereses que me tocará pagar por mi préstamo ‘multidivisa’ sea inferior al que tendría que pagar caso de haber solicitado la hipoteca tradicional en euros, que es la que firmaron el resto de mis vecinos del PAU.
El riesgo que asumo es que el yen se aprecie respecto al euro, o lo que es lo mismo, que el euro se deprecie respecto al yen. Porque cada vez que reciba mi nómina en euros deberé comprar los yenes necesarios para devolverle al banco lo pactado. Insisto, necesito devolver yenes según lo firmado en el ‘multidivisa’.
Lo que no sé, no entendí o no me lo explicaron bien, es que la relación de cambio entre el euro y el yen varía. A veces a favor y a veces en contra. Es lo bonito de los mercados financieros, que varían. Y su movimiento depende de infinidad de factores no previsibles. Lo contratado es, en definitiva, una apuesta especulativa alimentada a base de sueños lejanos.
Como ejemplo, en los últimos 3 años el yen se ha apreciado respecto al euro un 30%; es decir, al haber contratado mi hipoteca en yenes, le debo al banco un 30% más que al inicio, más sus intereses.
Y ahora, tras el desgraciado terremoto padecido en Japón y mientras los nipones entierran a sus muertos con esa misteriosa calma que les dan sus ojos rasgados, los prestatarios españoles de la hipoteca en yenes del PAU de Madrid se solidarizan aún más con su desgracia al ver cómo se incrementa su deduda con cada escape radiactivo de la central nuclear de Fukushima.
2 comentarios:
¿Y la hipoteca en rupias qué tal resultado da?
Mi prima hizo lo de los yenes y la mar de "contenta".
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