Como tantos otros españolitos, yo también tenía un viaje preparado para este puente festivo del mes de diciembre. Ya saben, el de la Constitución y la Inmaculada. Lo esperaba con la puntualidad del impaciente.
Lo que no tenía previsto es que otros ‘españo-listos’ fueran a elegir las mismas fechas para airear a los cuatro vientos sus cuitas profesionales.
Tampoco hace falta trabajar en ninguna torre de control para saber que el momento elegido por los controladores aéreos para sabotear los derechos de sus conciudadanos, ha sido el que más daño podían causarnos. Quizá sin darse cuenta, también se ha convertido en el momento en el que más daño se han causado a sí mismos.
Pues enhorabuena, un ‘gallifante’ de premio para cada controlador a cambio de haberse arruinado voluntariamente su vida eterna y, de paso, saquear nuestro paréntesis de felicidad y reintegrarnos a nuestras insatisfacciones rutinarias.
Y es que, como decía Baroja, por una de esas anomalías clásicas de España, una enorme cantidad de poder sigue concentrado en muy pocas manos; en este caso, las de los profesionales del tráfico aéreo español; los mismos a los que, hasta ayer, mirábamos con respeto y envidia, y a los que cubríamos con un piélago de distinciones honoríficas.
Y seguramente algunas de las peticiones de los controladores serían justas, entendiendo por justicia aquello que más nos conviene a cada uno en cada momento. O ni siquiera eso, porque quizá este colectivo pretenda debérselo todo a sí mismos y nada a nadie.
Con toda franqueza, ése ya no es ni será el asunto a debatir, porque la verdad, en ningún caso, puede convertirse en un arma de combate.
Pero lo que es absolutamente injusto es que no hayamos podido irnos de vacaciones a pensar en lo problemas perpetuos del ser humano y, aún más injusto, es que yo tenga que reabrir ahora este blog para intentar cuantificar las cuantiosas pérdidas económicas que resultan de esta desproporcionada huelga. Y ahora no me apetece ni lo uno ni lo otro.
Pero, como aspiro a ser honesto, no pienso quejarme más. Porque, a diferencia de otros muchos, yo no he tenido que asumir pérdidas económicas por el pago adelantado de ningún bono de hotel, y tampoco tenía que desplazarme al doloroso entierro de ningún familiar cercano en un lugar lejano, ni tenía que tomar otro vuelo de conexión que me llevara de uno a otro confín del mundo.
Además, reconozco que durante mis vacaciones no me habría acordado ni un minuto de la carta magna de nuestro ordenamiento jurídico y, mucho menos, del dogma de fe de la Inmaculada Concepción.
Lo peor es que ahora todo me vuelve a parecer una mezcla de manicomio y desfachatez cuando, hasta ayer, mi mayor preocupación consistía en cómo podría repantingarme en la clase turista de mi vuelo de Iberia en busca de la mayor comodidad posible.
4 comentarios:
Osea, ¡¡¡que eres humano!!!. A pesar de tus planes de pensiones, que has suscrito porque eres más joven que yo (y más listo) y te pilló el desarrollo de los mismos (a mí me "arrollaron"), te han "pillao" los controladores con el carrito los helaos. De todas formas lo siento, porque Madrid habrá tenido "ambiente" no?, vamos que no habrá dios que se mueva.
Ya sabes, cariñosos saludos.
Ja, ja, ja,... sí, ser vivo, para más señas, humano.
Eso de tus planes de pensiones lo podemos debatir. Creo que estás en el mejor momento para unirte al grupo.
Con unas cañas lo debatimos estas navidades......
Un abrazo.
La verdad, no esperaba yo que lo de las vacaciones te iba a causar este trauma. Desde el 4 de Diciembre no has cogido el boli. Yo lo entiendo: el estress postvacacional, el agotamiento de estas "entrañables Fiestas", etc. etc. pero yo creo que ya es hora de que te "muevas".
Saludos y Feliz Año.
Eso por vividor!!
Y lo del plan de pensiones, pufff. Tan necesario como cuasi imposible.
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